martes, 16 de febrero de 2010

Después del cine

Las dos mujeres salen del cine dirigiéndose al café restaurante. Cuando llegan se sientan en una mesa de dos, la una frente a la otra. Yo, sentado en la mesa de al lado, las advierto por el ruido de pulseras metálicas en el brazo de la más mayor. Es morena, con el pelo corto y un flequillo que le cae justo encima de las cejas. La otra, algo más joven, es rubia, teñida, con las raíces que empiezan a oscurecer.
Cuando empiezan a hablar, sin quererlo, hago incisos en la lectura del periódico para prestarles atención. Comentan que les ha gustado la película pero que no es lo mismo que la última que vieron juntas, del mismo director. «Ésta es más ecléctica», dice la mujer del pelo corto arrugando la nariz. Lo leyó en una crítica, piensa, cuando salió, pero nunca entendió bien el porqué.
Sin darme cuenta, mi interés se desvía progresivamente de la crónica hacia su conversación. La mujer rubia dice que, a pesar de todo, el libro en que se basa esta última la película es muy superior al film. A lo que la mujer del pelo corto responde afirmando que el primer libro del escritor es absolutamente magnífico.
Poco a poco, embelesado, dejo que mi orejas se introduzcan de pleno en el diálogo.
– Se hizo famoso por él; todo el mundo dice que está tan bien – dice la mujer rubia.
– Muy en la línea de Capote. ¿Has leído algo de él? – pregunta la mujer del pelo corto.
– ‘Desayuno con diamantes’. Pero nunca me tiró ese tipo de ficción – dice la mujer rubia.
Fascinado por la charla, las interrumpo para pedir fuego. «Perdonad…», digo moviendo el pulgar de arriba abajo con un cigarrillo entre los labios. Desviando la mirada, sin girar la cabeza para no perder detalle de la conversación, la mujer rubia me alcanza el mechero, que saca de un paquete de tabaco de encima de la mesa. «Aquí tienes», dice estirando el brazo. La mujer del pelo corto continua si pausar. «Creía lo mismo hasta que leí ‘A sangre fría’. Fue su gran cambio de registro porque no es ficción». La mujer rubia asegura que de Truman Capote lo que le gustó fueron las dos películas. «La del director de ‘Magnolia’ y la otra… ‘Infamous’», dice al acordarse enfatizando la pronunciación. La mujer del pelo corto asiente puntualizando que ‘Capote’ ganó el oscar al mejor actor y que «definitivamente» es sobresaliente.
– Sí, pero por lo que me cuentas, nada como el libro, ¿verdad? – dice la mujer rubia.
Mis ojos van intermitentemente del periódico a la mesa cuando se hace un pequeño silencio durante el cual me siento violentado. Bajo la vista pensando que se han dado cuenta de mi intromisión. Pero, después de unos segundos me calmo al ver que la mujer del pelo corto hace un chasquido con la lengua y dice: «si la película está basada en el libro puede ser genial, si es al revés el libro es un coñazo». La mujer rubia contesta que tiene razón. El libro de ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’ la dejó fría y la película en cambio le entusiasmó. Pero una vez lo ha dicho piensa que no sabe si la película se basó en el libro o fue al revés. Entonces la mujer del pelo corto exclama que la película es maravillosa pero que de Jack Nicholson la que realmente le gustó fue ‘Chinatown’. Sin embargo, dice, le da rabia porque no se acuerda de qué va. De hecho, piensa que no sabe si la ha visto.
– Si pero Polanski me parece un depravado – dice la mujer rubia.
– ¿Y…? – estoy a punto de decir yo.
La mujer del pelo corto cree que para depravados Woody Allen, pero que su obra es fantástica. «Las he visto todas», dice.
– Y yo, y seguramente muchos de este restaurante – murmuro mordiéndome la lengua, sin apartar la vista del periódico.
– ¡Ui, pues su libros son fantásticos también! – añade la mujer rubia.
– ¿Has leído alguno de él?– pregunta la mujer del pelo corto.

Siguen así durante un rato más. El ping pong se alarga hasta que han terminado de comer. Cuando pagan la cuenta yo todavía voy por el café. La mujer rubia habla de ‘El perfume’. «El libro es fantástico y la película también». Entonces, antes de levantarse de la mesa se detiene y dice: «un momento, creo que lo tengo aquí». Mirando dentro del bolso lo corrobora con un: «sí, sí», y saca dos libretas pequeñas y alargadas, de tapa dura. Las abre y dice: «Échales un vistazo. Apunto todas las películas vistas y libros leídos. Saca las tuyas y vemos quien da más». «Sino, – les digo dejando el diario en la mesa – yo aquí traigo lápiz y papel».
Pero haciendo una mueca extraña me miran y se van.



Barcelona, febrero del 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario