Un poco de aire fresco en política - Artículo de opinión

La Vanguardia | Barcelona | 02/03/2010 | Participación

La semana pasada, el diario The Guardian publicaba una noticia que me pareció interesante. El rotativo británico explicaba que las tribus urbanas en aquel país están cambiando. Mods, punks, goths, grunge"s etc. están en recesión. Uno ya no puede esperar ver tribus populares en manada por las calles. Se están difuminando. Resulta que internet tiene mucho que ver en todo esto: nos facilita el acceso a cualquier tipo de música cuando lo deseamos.

El pluralismo de la red hace que los jóvenes no se vean obligados a andar por la calle con solo diez canciones es su walkman como pasaba en los ochenta. Sin embargo, paradójicamente, el poder de la red también ha hecho que se extiendan de manera virtual. Las subculturas siguen existiendo aunque no se lleven más como etiqueta. Gente con gustos musicales (y no musicales) muy particulares que antes podía tener sus reservas de hacer públicos ante sus amigos, ahora encuentra grupos en internet con quien compartirlos. De modo que no hay motivo para sentirse extraño porque siempre existen personas como tú que forman parte de una tribu popular que, a pesar de ser virtual, constituye una subcultura dentro de un subgrupo en el que uno se puede sentir cómodo.

Al leerlo pensé que esto también podría hacerse extensible a la política. De hecho, me pregunto si estarán utilizando el panorama virtual con suficiente esmero en nuestro país. Es sabido que la campaña electoral de Obama fue un éxito en parte gracias a internet. Creo que la red podría ayudar mucho a los políticos a la hora de formar partidos. ¿Se juntan realmente aquellos que comparten unos ideales afines? No lo tengo claro, pero todo me indica a pensar que no. Las batallas internas que presenciamos estos días entre miembros de un mismo partido, sin más repercusiones cuando se hacen públicas, hacen creer que los dirigentes quizá necesiten el aire fresco de las nuevas generaciones, quienes sí saben encontrar el grupo con el que sentirse cómodos e identificarse.

De todas formas esto plantearía un nuevo problema: la formación inacabable de modernas ideologías con sus correspondientes partidos políticos, que ya las hay, van en aumento. Se traduciría pues en coaliciones no de tres, sino de cuatro grupos de poder y más. Quizá cinco, seis, siete u ocho incluso, gobernando al mismo tiempo y retrasando las cosas aún más si cabe. Puede que entonces sea el momento de establecer el sistema anglosajón "First-past-the-post" y dejar que mande sólo aquel que más votos tenga en las elecciones.

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